Cómo Afecta la Infancia en Nuestras Relaciones Adultas
- Diego Alvarez B.
- 25 abr
- 3 Min. de lectura
La infancia es la etapa donde se sientan las bases de nuestra identidad, autoestima y formas de vincularnos con los demás. Las experiencias tempranas, especialmente aquellas relacionadas con nuestros cuidadores primarios, influyen profundamente en la manera en que establecemos y mantenemos relaciones en la adultez. Aunque no siempre somos conscientes de ello, nuestras vivencias infantiles pueden convertirse en patrones relacionales que repetimos sin darnos cuenta.

Historia real: El caso de Laura
Martina tiene 34 años y ha tenido varias relaciones de pareja que terminan siempre de forma parecida: mucho entusiasmo al inicio, seguido por ansiedad, discusiones y una profunda sensación de abandono. En terapia, comenzó a explorar su historia familiar. Descubrió que, de niña, vivió con una madre emocionalmente ausente y un padre muy exigente. Aprendió que debía “portarse bien” para ser querida y que expresar emociones podía ser peligroso o inútil.
En su vida adulta, Laura inconscientemente busca parejas que repiten ese patrón: frías, distantes o muy exigentes. Se esfuerza por agradar, se desconecta de sus propias necesidades y vive con el temor constante de que la dejen. Comprender su historia fue el primer paso para sanar.
Las huellas de la infancia en nuestras relaciones
Nuestra infancia no solo construye recuerdos; también moldea creencias, miedos y maneras de amar. Estas son algunas de las formas más comunes en que influye en la adultez:
Estilos de apego
Los vínculos con nuestros cuidadores primarios (madre, padre u otras figuras cercanas) forman un patrón emocional llamado estilo de apego. Existen principalmente cuatro:
Apego seguro: confianza, intimidad sana.
Apego ansioso: miedo al abandono, dependencia emocional.
Apego evitativo: dificultad para abrirse o confiar.
Apego desorganizado: mezcla de ansiedad y evitación, muchas veces asociado a traumas infantiles.
2. Modelos de amor y relación
Desde pequeños aprendemos qué es el amor observando cómo se relacionan las figuras adultas a nuestro alrededor. Si crecimos en un ambiente donde había respeto, límites sanos y afecto, probablemente internalizamos esa forma de vincularnos. Pero si presenciamos maltrato, manipulación, frialdad o conflictos constantes, es posible que repitamos estos patrones en nuestras relaciones sin cuestionarlos.
3. Heridas emocionales no resueltas
Las heridas emocionales de la infancia como el abandono, la traición, el rechazo o la humillación pueden quedar latentes y reactivarse en nuestras relaciones adultas. Por ejemplo, una persona que fue ignorada emocionalmente por sus padres podría buscar constantemente validación en su pareja, temiendo ser ignorada nuevamente.
4. Autoestima y límites personales
Nuestra autoestima también se moldea en la infancia. Si fuimos valorados, escuchados y respetados, desarrollamos una base sólida que nos permite poner límites sanos y elegir relaciones que nos sumen. En cambio, una infancia marcada por críticas, exigencias excesivas o falta de afecto puede llevarnos a relaciones donde aceptamos menos de lo que merecemos, por miedo a quedarnos solos o sentirnos inadecuados.
5. ¿Se puede sanar?
Sí. Aunque nuestras experiencias pasadas nos influyen, no nos determinan. El primer paso para sanar es tomar conciencia de los patrones que repetimos y de dónde vienen. La terapia psicológica, el trabajo personal y el desarrollo de la inteligencia emocional nos permiten transformar esos patrones y construir relaciones más sanas, conscientes y libres.
Conclusión
La infancia deja huellas profundas en nuestro mundo emocional y relacional. Comprenderla no es buscar culpables, sino encontrar sentido a lo que sentimos y vivimos hoy. Solo desde esa comprensión podemos comenzar a escribir una historia diferente, donde nuestras relaciones reflejen nuestra versión más consciente y sanada
Bibliografía
Barudy, J. & Dantagnan, M. (2005). Los buenos tratos a la infancia. Gedisa.
Van der Kolk, B. (2014). El cuerpo lleva la cuenta: Cerebro, mente y cuerpo en la superación del trauma. Editorial Eleftheria.
Neff, K. (2011). Sé amable contigo mismo. Urano.
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